LAS CIUDADES Y LOS INTERCAMBIOS 5. ESMERALDINA
En Esmeraldina, ciudad acuática, una retícula de canales y una retícula de calles se superponen y se entrecruzan. Para ir de un lugar a otro siempre puedes elegir entre el recorrido terrestre y el recorrido en braca, y como en Esmeraldina la línea más breve entre dos puntos no es una recta sino un zigzag ramificado en tortuosas variantes, las calles que se abren a cada transeúnte no son sólo dos sino muchas, y aumentan aún más para quien alterna trayectos en barca con transbordos a tierra firme.
De este modo los habitantes de Esmeraldina no conocen el tedio de recorrer cada día las mismas calles. Y eso no es todo: la red de pasajes no se organiza en un solo plano, sino que sigue un subir y bajar de escalerillas, galerías, puentes convexos, calles suspendidas. Combinando sectores de los diversos trayectos elevados o de superficie, cada habitante se permite cada día el placer de un nuevo itinerario para ir a los mismos lugares. En Esmeraldina las vidas más rutinarias y tranquilas transcurren sin repetirse.
A mayores constricciones están expuestas, aquí como en otras partes, las vidas secretas y aventureras. Los gatos de Esmeraldina, los ladrones, los amantes clandestinos se desplazan por calles más altas y discontinuas, saltando de un tejado a otro, dejándose caer desde una alta glorieta hasta un balcón, bordeando canalones con paso de funámbulos. Más abajo, los ratones corren en la oscuridad de las cloacas unos tras la cola del siguiente, junto a los conspiradores y a los contrabandistas; atisban desde alcantarillas y sumideros, se escabullen por entrepisos y callejas, arrasatran de un escondrijo a otro cortezas de queso, mercancías prohibidas, barriles de pólvora, atraviesan la compacidad de la ciudad perforada por la aureola de las galerías subterráneas.
Un mapa de Esmeraldina debería comprender, indicados con tintas de diferentes colores, todos estos trazados, sólidos y líquidos, patentes y ocultos. Más difícil es fijar en el papel los caminos de las golondrinas que cortan el aire sobre los tejados, caen con las alas quietas trazando parábolas invisibles, se desvían para tragar un mosquito, remontan en espiral rozando un pináculo, dominan desde cada punto de sus senderos de aire todos los puntos de la ciudad.
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